lunes, 16 de enero de 2012

La medicalización de la infancia

Otro de mis artículos antiguos... No es por ser alarmista, pero... ¡no llevéis a vuestrxs niñxs a lxs médicxs!!

La característica esencial del trastorno por déficit de atención con hiperactividad es un patrón persistente de desatención y/o hiperactividad-impulsividad [...]

Las deficiencias de la atención pueden manifestarse en situaciones académicas, laborales o sociales. Los sujetos afectos de este trastorno pueden no prestar atención suficiente a los detalles o cometer errores por descuido en las tareas escolares o en otros trabajos. El trabajo suele ser sucio y descuidado y realizado sin reflexión. Los sujetos suelen experimentar dificultades para mantener la atención en actividades laborales o lúdicas, resultándoles difícil persistir en una tarea hasta finalizarla. A menudo parecen tener la mente en otro lugar, como si no escucharan o no oyeran lo que se está diciendo. Pueden proceder a cambios frecuentes de una actividad no finalizada la otra. Los sujetos diagnosticados con este trastorno pueden iniciar una tarea, pasar a otra, entonces dedicarse a una tercera, sin llegar a completar ninguna de ellas. A menudo no siguen instrucciones ni órdenes, y no llegan a completar tareas escolares, encargos u otros deberes. [...] Estos sujetos suelen tener dificultades para organizar tareas y actividades. Las tareas que exigen un esfuerzo mental sostenido son experimentadas como desagradables y sensiblemente aversivas. En consecuencia, estos sujetos evitan o experimentan un fuerte disgusto hacia actividades que exigen una dedicación personal y un esfuerzo mental sostenidos o que implican exigencias organizativas o una notable concentración (p. ej., tareas domésticas o tareas de papel y lápiz). [...] Los hábitos de trabajo suelen estar desorganizados y los materiales necesarios para realizar una tarea acostumbran a estar dispersos, perdidos o tratados sin cuidado y deteriorados. Los sujetos que sufren este trastorno se distraen con facilidad ante estímulos irrelevantes e interrumpen frecuentemente las tareas que están realizando para atender a ruidos o hechos triviales que usuamente son ignorados sin problemas por los demás (p. ej., el ruido de un automóvil, una conversación lejana). Suelen ser olvidadizos en lo que concierne a actividades cotidianas (p. ej., olvidan citas, olvidan llevarse el bocadillo). En situaciones sociales, los déficits de atención pueden expresarse por cambios frecuentes en la conversación, no escuchar a los demás, no atender las conversaciones y no seguir los detalles o normas de juegos o actividades.

La hiperactividad puede manifestarse por estar inquieto o retorciéndose en el asiento (no permaneciendo sentado cuando se espera que lo haga así), por un exceso de correr o saltar en situaciones en que resulta inadecuado hacerlo, experimentando dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio, aparentando estar a menudo «en marcha» o como si «tuviera un motor», o hablando excesivamente. [...] Los niños pequeños y preescolares con este trastorno difieren de los niños pequeños normalmente activos por estar constantemente en marcha y tocarlo todo; se precipitan a cualquier sitio, salen de casa antes de ponerse el abrigo, se suben o saltan sobre un mueble, corren por toda la casa y experimentan dicultades para participar en actividades sedentarias de grupo en las clases preescolares (p. ej., para escuchar un cuento). Los niños de edad escolar despliegan comportamientos similares, pero usualmente con menos frecuencia que los más pequeños. Tienen dificultades para permanecer sentados, se levantan a menudo, se retuercen en el asiento o permanecen sentados en su borde. Trajinan objetos, dan palmadas y mueven sus pies o piernas excesivamente. A menudo se levantan de la mesa durante las comidas, mientras miran la televisión o durante la realización de tareas escolares. Hablan en exceso y producen demasiado ruido durante actividades tranquilas. En los adolescentes y adultos, los síntomas de hiperactividad adoptan la forma de sentimientos de inquietud y dificultades para dedicarse a actividades sedentarias tranquilas.

La impulsividad se manifiesta por impaciencia, dificultad para aplazar respuestas, dar respuestas precipitadas antes de que las preguntas hayan sido completadas, dificultad para esperar un turno, e interrumpir o interferir frecuentemente a otros hasta el punto de provocar problemas en situaciones sociales, académicas o laborales. Los sujetos afectos de este trastorno típicamente hacen comentarios fuera de lugar, no atienden las normas que se les dan, inician conversaciones en momentos inadecuados, interrumpen a los demás excesivamente, se inmiscuyen en los asuntos de los demás, se apropian objetos de otros, tocan cosas que no debieran, hacen payasadas. La impulsividad puede dar lugar a accidentes (p. ej., golpearse con objetos, golpear a otras personas, agarrar una cazuela caliente) y a incurrir en actividades potencialmente peligrosas sin considerar sus posibles consecuencias (p. ej., patinar en un terreno abrupto).

Las manifestaciones comportamentales suelen producirse en múltiples contextos [...] Habitualmente, los síntomas empeoran en las situaciones que exigen una atención o un esfuerzo mental sostenidos o que carecen de atractivo o novedad intrínsecos (p. ej., escuchar al maestro en clase, hacer los deberes, escuchar o leer textos largos, o trabajar en tareas monótonas o repetitivas). [...]



¿Has visto tu infancia reflejada en esta descripción? Si tu respuesta ha sido afirmativa, debes saber que padeces “Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad”, una enfermedad neurobiológica CRÓNICA que sólo puede ver calmados sus síntomas si empiezas a consumir anfetaminas... ¡Es broma! Bueno, relamente no lo es. En teoría es cierto, pero en tu campo de decisión se encuentra el no creértelo.

Esta larga descripción de lo que ha sido la infancia de muchxs de nosotrxs (y tantxs otrxs que vendrán después), pertenece al DSM-IV (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), manual norteamericano de referencia para todxs lxs psiquiatras del mundo, en el que se recogen todas las enfermedades mentales. Fue en los años 80, con el DSM-III, cuando se fabricó este trastorno que en estas páginas nos ocupa.

Pero, ¿por qué se ha transformado un comportamiento más o menos normal y frecuente en un trastorno? Personalmente, creo que el principal motivo es la sed de dinero de las farmacéuticas (sin olvidar el importante elemento de control social que suponen los psicofármacos).

No debemos olvidar que las farmacéuticas son empresas y, como tales, su fin es el beneficio económico. ¿Existe alguna idea más atractiva que la de vender también a las personas sanas? La respuesta a esta pregunta es la causa de la aparición del trastorno por déficit de atención, el colesterol, la hipertensión e incluso la depresión. Hablar de cada una de ellas sería imposible en un espacio tan pequeño, por eso me centraré en este trastorno, cuyo diagnóstico tiene un riesgo mucho más importante: es una enfermedad reservada a niñxs, a lxs que se medica para que no produzcan “demasiado ruido durante actividades tranquilas”. La vergüenza de estas empresas es tan nula que se han propuesto destruir la infancia de lxs que serán el futuro del planeta...

¿Cómo actúa este “nuevo” y potente enemigo? Básicamente, se centra en observar nuestra conducta y patologizarla, así de sencillo. Lo que tienen que hacer después es convencernos de que nuestra forma de ser es una enfermedad. Para ello, su principal objetivo son lxs médicxs más influyentes, lxs líderes de opinión, que se encargarán de establecer los límites de las enfermedades, ponerles nombre y hablar sobre ellas (y los medicamentos que la tratan) en importantes revistas, congresos... Una vez superado el primer eslabón (desembolsando siempre una gran suma de dinero), el siguiente paso es ir comprando al resto de lxs médicxs. Ésta es ya una tarea fácil, pues las revistas médicas ya habrán hecho eco de esta nueva enfermedad. Sólo será necesario que lxs miles de comerciales okupen los hospitales y consultas y, regalando sus mejores sonrisas, ofrezcan los medicamentos milagrosos que finiquitarán este “gran problema de salud pública”. Al mismo nivel, se encuentran las asociaciones de afectadxs y familiares. Éstas suponen una importante ayuda en sus técnicas de marketing, pues proporcionan los testimonios de las duras vidas de lxs afectadxs y sus familiares, que inundarán los medios de comunicación más sensacionalistas, conmoviendo (y preocupando) a las masas. Una vez las anteriores iniciativas estén en marcha, sólo faltará la guinda del pastel: una agresiva campaña publicitaria que invada televisión, radio, prensa...

¿Distraído? ¿Desorganizado? ¿Frustrado? ¿Vida moderna o TDA de adultos?
Muchos adultos han estado viviendo con un trastorno de hiperactividad por déficit de atención (THDA) y no lo reconocen. ¿Por qué? Porque sus síntomas a menudo se confunden con el estrés. Éste es un anuncio de la farmacéutica Lilly en el Us News & World Report, en su campaña de ampliación de mercado: el TDAH ya no es exclusivo de lxs niñxs, ahora lxs adultxs también padecen este trastorno. Su estrategia es muy sencilla: infundir terror a la enfermedad mediante criterios de diagnóstico muy ambiguos. Cualquiera de nosotrxs es susceptible de ser su víctima, con lo que potencian el que en nosotros crezca la incertidumbre y la pre-ocupación. Por lo tanto, nos encontramos con un marketing que promociona un medicamento, pero ante todo modifica el concepto que tenemos de nuestro cuerpo, la salud y la enfermedad que supuestamente padecemos.

Afortunadamente, todavía hay médicxs que no han sido abducidxs por el monstruo farmacéutico y se muestran reticentes. Afirman que hay inseguridad sobre la forma de diagnosticarlo, no existen pruebas médicas fiables, ni tampoco una certeza de que su origen sea biológico. De hecho, el National Institute of Health de EEUU, uno de los centros de investigación más grandes del mundo, apuntan que las causas de la enfermedad siguen siendo meramente especulativas y que no existen suficientes pruebas para concluir que el TDAH sea un trastorno mental. Aunque suene alentador, lo cierto es que estas voces son minoría frente a la fuerza ejercida por las farmacéuticas y las asociaciones de afectadxs, que propagan la opinión de que se trata de un grave padecimiento mental con un origen evidentemente biológico y con la medicación como primera vía de tratamiento.

Al ser los límites de la “enfermedad” tan confusos, es fácil que lxs médicxs la sobrediagnostiquen. Actualmente, y según la fuente, se piensa que la padecen entre un 3% y un 10% de lxs niñxs del mundo, aunque con una mayor prevalencia en los niños varones de clase media-alta de raza blanca. En centros educativos de zonas adineradas de EEUU, nos podemos encontrar con que el 20% de lxs niñxs consumen anfetaminas bajo receta médica para controlar su agitación o falta de atención en las aulas.

En todo el mundo es preocupante el aumento de niñxs diagnosticados de TDAH, pero la palma se la lleva EEUU. Allí, la relación entre las farmacéuticas y los grupos de promoción de la salud es más que evidente. La asociación de este tipo más grande es la CHADD (Niños y Adultos con Trastorno de Hiperactividad con Déficit de Atención), cuya quinta parte de su financiación proviene directamente de las farmacéuticas. Su labor conjunta ha sido tan fructífera, que la Drug Enforcement Administration (Administración para el Control de Medicamentos) de EEUU depositó su atención en ella, concluyendo que “la relación entre Ciba-Ceigy y la CHADD suscita importantes inquietudes acerca de las relaciones de la CHADD para ganar prosélitos en el uso del Ritalín”. Esta empresa, Ciba-Ceigy, es la antigua distribuidora del famoso Ritalín, recetado a miles de niñxs en todo el mundo. Actualmente, este fármaco está en manos del laboratorio Novartis. Y es que la relación entre las farmacéuticas y los grupos de apoyo a pacientes es muy sutil y compleja, aparentando ser simplemente la unión de personas con ideas afines, pero cuya confluencia de intereses genera una consistente fuerza en el debate público.

Para entender los amplios intereses de las farmacéuticas en la venta de estos medicamentos, vamos a poner un ejemplo: la farmacéutica Shire distribuye una anfetamina llamada Adderall para tratar el TDAH, que actualmente supone el 40% del total de sus ingresos. En el año 1996 obtuvo 10 millones de dólares con la distribución de este fármaco, y 6 años después, con la popularidad del trastorno, sus ventas se incrementaron hasta alcanzar los 520 millones. Otro dato: en los 3 primeros años de este siglo, la venta a niñxs menores de 5 años aumentó un 50% en EEUU. Este esquema se repite con todos los fármacos destinados a este uso que existen actualmente en el mercado.

Pero la ambición de las empresas no frena ante nada y, al ver lo rentable que este trastorno era, decidieron cronificarlo para que también lxs adultxs consumieran... hasta morir. Al fin y al cabo, sólo somos niñxs durante una corta época de nuestra vida, y si se prolonga la enfermedad, se incrementarán las ventas. Una jugada maestra. Comienza, por lo tanto, una nueva campaña de marketing que anuncia el grave riesgo de salud pública que supone el TDA de adultxs, ¡con graves consecuencias emocionales para quien lo padezca si no se detecta a tiempo! Nuevamente, la maquinaria publicitaria se pone en marcha para ver engordadas las cifras de sus cuentas bancarias. Está tan engrasada, que incluso antes de que estuviera aprobada la venta de fármacos contra el TDA de adultxs, estos ya estaban siendo recetados. El primero en ver la luz de forma legal fue el Strattera, del laboratorio Lilly, en el año 2.003. Al no ser ni una anfetamina ni un psicoestimulante, como son la mayoría, se encontró con menos obstáculos y llegó al mercado con ventaja temporal. En sus seis primeros meses de vida, se vendieron más de un millón de recetas en EEUU.

Así, nos encontramos con una modificación continua de los límites de esta “grave enfermedad”, cuyo origen se atribuye a un error en la comunicación bioquímica del cerebro. Se comunican alarmantes cifras, que apuntan que un 4% de lxs adultxs padece TDA, pero sólo un 25% lo sabe. ¿Solución? Fármacos para poder afrontar con éxito cualquier situación de la vida cotidiana. Y ¿resultado? Lilly, con su exitoso Strattera, obtuvo 370 millones de dólares en su primer año en el mercado.

Ante la nueva revisión del DSM, se amplía el espectro de pacientes. Ahora, lxs adolescentes que no obtienen los resultados académicos correspondientes con su potencial, también son susceptibles de ser medicadxs. “Hablar demasiado”, “ser olvidadizx”... son síntomas atribuibles a este trastorno. Un estudio estadounidense concluyó que en la nueva definición de la enfermedad en 1987 se había incrementado en un 50% lxs diagnósticos potenciales en menores, con respecto al año 1980.

Ritalín, Ritalina, Strattera, Concerta, Rubifén... son las estrellas del mercado. Se trata de anfetaminas (casi todos) con buenos resultados a corto plazo para aumentar la capacidad de atención (no hay ningún estudio que indique los efectos a largo plazo). El nº1 de la lista es el Ritalín, que “descubrió” Panizzon en el año 1944 por casualidad mientras buscaba un psicoestimulante. A pesar de no estar muy convencido con el débil resultado de este hallazgo, su esposa Rita lo apoyó, ya que “le sentaba bien si se lo tomaba antes de ir a jugar al tenis”. En el año 1954 ya se estaba comercializando con el nombre de la mujer a la que le gustaba jugar al tenis bajo su efecto. La labor que realiza el metilfenidato (principio activo presente en estos fármacos) es favorecer la utilización de la dopamina por el cerebro. Hay que tener en cuenta que, a pesar de ser comercializado entre la población infantil, nunca se experimentó sobre la misma (los estudios siempre se llevaron a cabo entre personas adultas).

A pesar de que se apunte al origen neurobiológico del TDAH, no se puede olvidar las causas socioeconómicas y culturales: en las aulas hay más niñxs por maestrx, que no puede atender correctamente sus necesidades. El resultado es la derivación de lxs niñxs “conflictivxs” al sistema sanitario, donde se estudiará el posible padecimiento de TDAH. Pero una vez frente a lxs médicxs, nos encontramos con el mismo problema, es decir, demasiadxs pacientes y muy poco tiempo para atenderlxs, con lo que se optará por una solución rápida al “problema” presenciado: medicación.

Estamos presenciando una medicalización de los problemas humanos, en la que la creciente tendencia a definir los sentimientos desagradables y los comportamientos conflictivos como “una enfermedad” que debe tratarse con fármacos, puede servir para reducir la presión sobre la búsqueda de las verdaderas causas de las molestias experimentadas por lxs consumidorxs de fármacos y, por otro lado, para individualizar y despolitizar problemas sociales complejos.

La revolución a través de las drogas

Hace tiempo escribí estas palabras, y a día de hoy las sigo manteniendo...

De pequeñxs, no hacemos más que oír de boca de lxs mayores que no debemos probar las drogas, que son malas, que te enferman y después te matan. Sin embargo, yo veía que había mucha gente que las tomaba, ¿por qué lo hacían si eran tan malas? Nunca pude entenderlo, me parecía otra de las muchas contradicciones de lxs mayores.
Cuando empecé el 6º curso de primaria, lxs niñxs de mi clase empezaron a beber cerveza y fumar tabaco. Yo pensaba que eso era cosa de mayores, que eran lxs que se dedicaban a hacer las cosas que ellxs mismxs prohibían. Yo era pequeñx, y por lo tanto, mi tarea era jugar, ver a mis amigxs en el cole... ¿qué más se le podía pedir a la vida? Lo que no entendía era por qué mis compis de clase no lo hacían. Un día, me puse a hablar con algunxs de ellxs, y me dijeron: “Ya no somos unxs niñxs, y por lo tanto, hacemos lo que hacen lxs mayorxs”. Yo me asusté muchísimo porque pensaba en lo ocupadxs que estarían siendo explotadxs por una empresa, manejando más y más papeles correspondientes a las miles gestiones necesarias en la vida de lxs adultxs, hipotecando sus vidas por una vivienda, teniendo hijxs, llevando el coche al taller, haciendo la declaración de la renta... ¡Buf! ¡Qué estrés! Pero... ¿por qué se querían meter en ese berenjenal? Pronto me di cuenta, de que de lo que ellxs hablaban era de un “crecer a medias”.
Pasaba el tiempo, y yo seguía sin encontrar atractivo a ese palito que echaba humo y a ese líquido parecido al pis que olía fatal. Pero al resto sí les gustaba (aunque tosieran y pusieran cara de asco tras beber una cerveza). Comprendí que era algo “normal”, porque casi todxs lo hacían. Decidí no darle demasiadas vueltas. Al fin y al cabo, a mí nadie me criticaba que me gustara ir al cine.
En el instituto, el tabaco y el alcohol eran habituales, pero la estrella era el porro (aunque algunxs compis se decantaban por drogas más duras). Cuando empecé la universidad, lo habitual eran las pastillas, las rayas... Mi nivel de tolerancia alcanzó su límite en ese periodo, hasta tal punto, que me resultaba imposible entender cómo alguien me hablaba de revolución (conversación muy frecuente entre universitarixs intelectualoides buscando su lugar en el mundo) con una litrona en la mano. ¿Cómo piensan hacer la revolución? ¿Vomitándole la borrachera encima a la clase dirigente?
A veces, intentamos ser tan rebeldes, que nos dedicamos a hacer todo lo que nos han dicho que no se puede hacer, participando en un acto de desobediencia que no siempre tiene una motivación fundamentada en la reflexión. Por otro lado, no nos hemos parado a pensar el enorme beneficio que el sistema obtiene con individuos esclavizadxs a la droga. Desde destinar una parte importante del presupuesto de agricultura a la producción de tabaco y alcohol, pasando por la proliferación de locales propicios para la venta y consumo (bares, discotecas...), hasta el recetar indiscriminadamente somníferos, analgésicos, antidepresivos... (tema que, sin duda, merecería un artículo enterito). Las campañas antidroga no son más que otro lavado de imagen necesario para ofrecer credibilidad ante lxs votantes.
Nos esforzamos en boicotear a las multinacionales, y nos olvidamos de este gran monstruo que enriquece a Estados, mafias, grandes empresarixs... Aparte de la inmensa cantidad de dinero que les reportamos, dormimos nuestras conciencias anulando nuestra voluntad, mientras llenamos las cárceles por “crímenes” motivados por la droga, ya que éstas son las responsables de la mayor parte de la violencia que existe en los domicilios y en las calles (así como de los accidentes tanto automovilísticos como laborales).
A pesar de todo, esta tendencia hacia el consumo no me resulta del todo injustificable: viviendo en un mundo vacío de contenido, en el que la realidad exaspera y frustra a todxs aquellxs que se atreven a mirarla a los ojos... la droga es una medida evasiva fácilmente disponible. Sin embargo, una vez pasados sus efectos, el vacío es aún más grande, con lo que la dependencia está asegurada. Por otro lado, el vivir en la ficticia realidad aportada por la droga, impide prestar atención a la realidad compartida con el resto, perdiendo el interés por cambiarla. Así, nos encontramos ante un método que genera sumisión y dependencia, y al que un gran número de personas se adhieren.
En este sentido, es necesario hablar también de medicamentos, unas drogas legales ampliamente aceptadas. El distanciamiento de nuestra verdadera esencia animal hace que enfermemos y acudamos a los centros de salud, en busca de un chute que nos reponga para poder volver a producir y mantener en marcha los motores de la economía capitalista. Aparte de enriquecer a las farmacéuticas, estamos consintiendo con esta práctica el que se experimente con animales y que se deforesten, o contaminen con químicos, las pocas zonas verdes que quedan vivas en el planeta.
Entonces, ¿por qué se sigue consumiendo? ¿Cuál es la fuerza motivadora de este fenómeno? Podría ser su efecto desinhibidor, que nos ayuda a conocer gente... gente que conocerá a una persona diferente a la que somos. Podría ser por tradición o cultura... aunque la tauromaquia también lo es (permitidme descartar este argumento como especialmente estúpido). Quizás el motivo es la búsqueda de placer... pero este placer no es real, y ni siquiera es duradero, teniendo que aumentar la dosis para volver a experimentar el del principio. Creo que el mundo precisa de nosotrxs, y no debemos corresponderle a medias, anuladxs por sustancias fabricadas para tal fin.
Para terminar, me gustaría comentar algunos detalles interesantes (intentado no meterme demasiado en los relaciondos con la salud) sobre dos de las sustancias que considero más peligrosas dentro de las que innumerablemente se contienen en el catálogo del placer a corto plazo.
Heroína
Se distribuye por todo el mundo, aunque su procedencia se limita a cuatro regiones, de las cuales Afganistán supone el máximo productor: el 90%. Para poder entender este elevado porcentaje, habría que remontarse al año 1.996, en el que el régimen talibán fundamentalista, tras años de guerra civil, aprovechó el tirón de la adormidera (planta de la que se extrae el opio que se convertirá en heroína). A pesar de estar prohibida por el islam, esta planta es la única rentable en su comercialización, y muchos agricultores toman la decisión de infringir la ley en pro de la supervivencia familiar. Sin embargo, la presión internacional ante los estragos que esta droga estaba ocasionando en todo el mundo, motivó el que los talibán iniciaran una fuerte represión que acabaría con agricultores, narcos y todo tipo de intermediarios. En el año 2.001, habían conseguido frenar casi por completo la producción de adormidera. Pero llegó la invasión estadounidense, y la ausencia de la represión talibán hizo proliferar de nuevo los cultivos de esta planta, que crecía por todos los rincones del país.
Y es que el opio, cuyos efectos analgésicos son antiguamente conocidos, se viene utilizando desde hace 4.000 años. La farmacéutica Bayer, siempre trabajando por el bienestar de la humanidad, se interesó por las fantásticas propiedades de esta joya de la naturaleza, comercializando en el año 1.898 un analgésico etiquetado como “no adictivo”. Evidentemente, su vida en el mercado fue breve (lo retiraron en seguida al comprobar que el índice de dependencia era preocupantemente elevado)... pero las calles y mucha gente ansiosa por llenarse los bolsillos estaban esperándola, con lo que se expandió por el mercado negro, incrementando su demanda.
Pero volvamos a Afganistán, donde se están librando verdaderas batallas en torno a la adormidera. Por una lado, están los que quieren subsistir mediante su cultivo, y por otro, están aquellos que velan por la ley islámica, optando por destruir a palazos las plantas, sin incurrir en los anteriores genocidios ocasionados por los talibán. Los agricultores, por lo tanto, se ven obligados a defender sus plantaciones contratando a talibán proscritos para protegerles. Estos obtienen beneficios por sus servicios con los que podrán financiar armas para recuperar el poder sobre el país. Ya que las drogas corrompen a occidente, el opio es un arma de la Yihad. Actualmente, el opio producido por Afganistán supera un 30% la demanda mundial. Curiosamente, es Irán el país en el que más adictos al opio existen del mundo...
Cristal
La meta-anfetamina es una droga de reciente aparición cuyos efectos son tres veces más potentes que los de la coca y su duración puede llegar a las 12 horas. Tiene una amplia popularidad por todo el globo, porque su efecto es descrito como el más placentero obtenido de entre todas las drogas, ya que libera 6 veces más dopamina (hormona que estimula el sistema nervioso) que la que nuestro organismo puede segregar. Recibe innumerables nombres: cristal, anfeta, hielo, crack, meta, tiza, vidrio... y la lista sigue. Se considera la droga más peligrosa del mundo.
Aparte de por sus efectos, uno de los motivos que la ha hecho tan popular es la facilidad con la que se sintetiza (se necesita menos de una hora). Sólo son necesarios algunos materiales legales y de bajo coste, entre los cuales el más importante es la efedrina, que se puede encontrar en cualquier medicamento contra el resfriado. El proceso también es relativamente sencillo, por lo que mucha gente lo hace en casa, siendo víctimas de la toxicidad de los gases expulsados por la fórmula o por explosiones evitables con precauciones sencillas. El gobierno de EEUU tomó medidas al respecto, limitando la compra de medicamentos contra el resfriado. Esto supuso el cierre de los laboratorios caseros y el auge de los laboratorios mejicanos.
No puedo hablar de esta droga sin mencionar su origen y primeros pasos. Allá por el año 1.919, lxs japonesxs la sintetizaron “sin ningún propósito”. Sin embargo, observaron que causaba un importante envalentonamiento, pérdida de la necesidad de comer y dormir y una energía similar a la de Superman. ¿Resultado? Unxs combatientes perfectxs en la II Guerra Mundial (en ambos bandos...), ya que les facilitaba aguantar despiertxs y sobrellevar la escasez de comida. Sin embargo, donde más se extendió su uso fue entre lxs pilotos kamikazes defensores de Japón, puesto que para su labor necesitaban hacer acopio de un gran valor. ¡Ah! Por supuesto, antes de ser utilizado en la II Guerra Mundial, lxs combatientes españolxs lo probaron en la Guerra Civil...
Unas guerras dieron paso a otras, y mientras tanto, el cristal se extendió a la población civil. Concretamente, el 60% del cristal del mundo se consume en Asia, especialmente en países de economías emergentes como Tailandia. Allí, lxs trabajadorxs han de hacerse un hueco, y por ello taxistas, obrerxs de construcción, prostitutas... consumen cristal para trabajar sin descanso durante días y noches enterxs sin dormir. Está tan arraigado su uso, que incluso algunxs empresarixs llegaron a ofrecérselo a sus empleadxs para que trabajaran más y mejor.
Pero uno de los problemas que ocasiona esta droga es que es alucinatoria, con frecuentes paranoias que desembocan en todo tipo de violencia. En el año 2.003, el gobierno tailandés decidió tomar medidas, que se tradujeron en el exterminio de 2.000 sospechosxs de traficar, consumir... Esto implica 25 asesinatos por día, lo que supuso que muchas personas acusaran al gobierno de ejecuciones sistemáticas, pero esto no desembocó en el juicio a ningún policía. La única consecuencia de esta medida, fue que el precio del crak se incrementara, y que lxs adictxs vivieran atemorizadxs por la amenaza de muerte.
Existen innumerables motivos, y aquí sólo se han citado unos pocos. Aún así, supongo que habrá mucha gente que seguirá creyendo que el consumo de droga es necesario como alternativa de ocio, que es un método de protesta y rebeldía frente al sistema, que es un patrón cultural que debe ser mantenido, que supone una evasión de la realidad imprescindible en esta mierda de sociedad, que te ayuda a hacer amigxs... Sin embargo, tú escoges el lado al que quieres mirar: puedes centrarte en la visión hedonista de las drogas, basada en la individualidad fomentada por el neoliberalismo, o puedes plantearte lo que en estas páginas está escrito y desatar una lucha interior que te ayudará a ser consecuente con el papel que te ha tocado jugar en el mundo.

Elogio a la gordura

Otro de esos textos con rabia de mi colaboración en Señales de Humo

Con las hormonas todavía revueltas por el imperativo de la primavera, comenzamos a percibir unos tempranos rayos de sol, un dulce cantar de pájaros, el alboroto de las terrazas de los bares... ¡Huele a verano! Agradable época del año en la que apetece estar en la calle, pasándolo bien con lxs amigxs, comiendo helados... y soñando con la playa, que bien lejos queda del puto centro de la península. Ante la ausencia de mar y arena en nuestras vidas, somos nosotrxs quienes nos convertimos en el sonido de las olas, en el bullicio de los chiringuitos, en las carcajadas de los niños mientras construyen castillos de arena con inquebrantables muros que protejan de la subida de la marea...
Y entre la luz y el color de lo que el buen tiempo evoca en nuestras mentes, surje la tempestad de LA OPERACIÓN BIKINI. Y es que ya no somos niñxs deseosxs de “hacer el muerto” y dejarse llevar por las olas. Ahora somos entes que esperan ansiosxs conocer el resultado de la competición que supone el día a día. Saber quién es el/la más listx, más guapx, más graciosx, más solidarix... MÁS TODO. La sociedad de consumo ha incrustado en nuestras mentes un esquema de comportamiento en el que lo único que importa es “yo”, “yo” y otra vez “yo”. Para ello es necesario elaborar un autoconcepto positivo basado en el menosprecio a los demás, especialmente hacia aquellas personas que no cumplen los requisitos necesarios para “tener éxito en la vida”: dinero, abundantes relaciones sociales, un buen físico y un empleo socialmente bien valorado.
Así, ante la perspectiva de mostrar nuestras debilidades, nos embarcamos en una lucha contra aquello que nos es propio: los michelines. Especialmente las mujeres, comenzamos a contar calorías y a gastarnos dinero en productos milagrosos que modifiquen nuestra silueta. Comenzamos a hacer desfiles de moda en los pasillos de nuestras casas para comprobar que todavía cabemos en los trapitos del año pasado. Salimos a la calle y... gastamos, gastamos, gastamos, gastamos, gastamos, gastamos. Nuestras mentes se ven invadidas por todos esos anuncios de la tele en que se nos incita a dejar de ser nosotrxs mismxs y a preocuparnos muchísimo más por el envoltorio que nos presenta a la sociedad. Por nuestro cabello, que debe ondear al viento sueve y brillante; por nuestros ojos, que deben de estar libres de toda mancha que les impida brillar en sus intentos de seducción; por nuestra dentadura, que debe resplandecer bajo el sol de agosto; por nuestro vello, que debe desaparecer de inmediato para no perder puntos en la competición del culto al cuerpo; por nuestra piel, que más que en ninguna otra época del año, sufrirá las consecuencias del clima al verse expuesta al sol con el fin de tostarse para parecer más suculenta a los ojos de lxs comensales; por nuestro cuerpo, que debe ser delgado, tonificado y sencillamente perfecto.
Anorexia, bulimia, vigorexia...: “enfermedades” generadas por estas dinámicas que para nada tienen en cuenta el bienestar del sujeto de consumo al que se dirigen. Madres preocupadas por sus hijxs que cada día amanecen más delgadxs, mientras alimentan esa situación con la hipocresía de quien se pone a dieta mientras mantiene el discurso de “cariño, tienes que aceptarte tal como eres”. Niñxs que se burlan de sus compañerxs gorditxs sin ningún tipo de argumentación. Diseñadorxs y modistxs que se niegan a pensar en tallas más grandes. HAMBRE... de quien no quiere engordar por verse más guapx... y de quien no tiene nada para comer. Países pobres en dinero, deseando ser países pobres en felicidad.
La publicidad es el arma del diablo y, para conseguirlo, éste compra las almas de los publicistas, que pierden los pocos valores que puedan tener al simplificar tanto al ser humanx en sus “creaciones artísticas”. Ser humanx convertidx en recipiente vacío, carente de un contenido que lo dignifique. Ser humanx decadente en su discurso, que poco a poco se va entregando a las garras del consumo feroz que lx deshumanizará, le hará perder su individualidad y lx convertirá en un/a borreguillx carente de voluntad. Máquinas que alimentan los Estados capitalistas cimentados sobre el consumo potenciado por las más grandes empresas del mundo... nada más que eso. Y mientras... ¿cuántos kilos te faltan por perder para poder lucir palmito sin pasar vergüenza?

El sentido de la lucha

Momentos de autocrítica, momentos para decidir... ¡y decidí!

Madrid, 13 de mayo de 2009. En una sociedad golpeada por el capitalismo más feroz, surgen voces disconformes con este modelo socio-político-económico. Bueno... en realidad, no surge nada nuevo. Siempre ha habido voces que se alzaban en contra de lo establecido, con la particularidad de que cada una de ellas, a lo largo de la historia, se ha creído que es la que más alto gritaba.

Hoy, el movimiento contestatario que toma el relevo de los anteriores es muy especial, al igual que es muy especial el contexto en el que se ubica. Ya no somos unos pocos ricos y muchísimos pobres. Ahora pertenecemos mayoritariamente a la acomodada y conformista clase media, un invento del Estado para acallar a las masas que nada tenían que perder. Ahora nuestras mentes no conciben la lucha porque estamos bien en nuestro pisito con calefacción, nuestra entretenidísima televisión, nuestro coche con elevalunas eléctrico, nuestras vacaciones en la playa... ¿Para qué íbamos a luchar si tenemos todo lo que queremos? Afortunadamente, hay un reducido número de personas que ha trascendido este superficial bienestar, que ha apreciado el vacío que llena sus vidas, y que ha aprendido a no creer ciegamente todas esas normas sociales que subyacen bajo nuestra conducta. Y es que... ¿de qué nos vale tener nuestro piso, nuestra televisión, nuestro coche y nuestras vacaciones si carecemos de la libertad que es inherente a todo ser humano? Somos fruto del consumismo, somos lo que las grandes empresas quieren que seamos, somos marionetas. Vivimos en la progresista Europa que tiene por principal preocupación el valor del euro. Más concretamente, vivimos en la España recién nacida tras una dictadura fascista que duró más de 30 años, y que tantas secuelas nos ha dejado.

Analizando el “tinglado” que se ha generado para someternos, controlarnos e idiotizarnos, parece muy fácil justificar el pasotismo con el que la mayor parte de la gente afronta la vida. Lo que no resulta tan fácil es comprobar que la gente presuntamente politizada se comporta, en cierto modo, igual. No pretendo ofender a nadie, ni tampoco presumir de una ética superior al resto. Simplemente, me apetece hacer una valoración de los movimientos sociales que entran en juego hoy (en los cuales me incluyo, por lo que se trataría más bien de una autocrítica).

Muchas veces, me encuentro con discursos preciosos, que son sólo eso: discursos, palabras. En el momento en el que un ideal verbalizado, se contrasta con una actitud completamente contraria, se da a demostrar que algo falla. Nos encanta sentarnos en los bares a hablar de la revolución, pero esa revolución requiere de un compromiso por nuestra parte. No podemos exigir la mutación de la sociedad, cuando somos nosotrxs los que nos hemos estancado. No podemos exigir un mundo bañado por la paz y la solidaridad, cuando nuestro comportamiento es violento y egoísta.

Las asambleas improductivas están al orden del día, las jornadas de diversas temáticas condenadas al fracaso, nuestro enfoque... equivocado. Deberíamos dar ejemplo antes de exigirles a los demás que se comporten como tal, e incluso antes de embarcarnos en proyectos contradictorios con nuestra forma de pensar y actuar. ¿Queremos realmente cambiar el mundo o pretendemos inflar nuestro ego al hacerles pensar a lxs demás que algo estamos haciendo en pro de la revolución social? ¿Cuáles son los motivos que nos empujan a teñirnos el pelo de verde y peinarnos con una cresta?

A veces deberíamos plantearnos y replantearnos a dónde queremos llegar, qué es lo que queremos conseguir. Piénsalo seriamente, con los pies en la tierra y la sinceridad más absoluta inundando tu persona. ¿Crees que lo que estamos haciendo está realmente enfocado a la consecución de ese objetivo? ¿Cuál es el nuevo camino que vislumbras para llegar a esa meta?

Es fácil fantasear con un mundo precioso, e imaginarnos siendo partícipes del cambio necesario para llegar a él, pero a menudo nos olvidamos de que la revolución empieza dentro de unx mismx.

Rememorando mis tiempos de radio

Hace unos tres años, quizás más, formé parte de un proyecto que hoy creo que ya está muerto. Yo era muy entusiasta, tenía ganas de cambiar el mundo! Hoy sigo pensando igual, pero cuestionándome la forma en que se hacen las cosas. Además, me doy cuenta de haber caído en el error del autoritarismo, intentando imponer ideas, cuando precisamente el autoritarismo era una de las lacras que más repulsión despiertan en mí.

Este proyecto (Señales de Humo) incluía fanzine y radio, y precisamente en el primer programa de radio (Sintonía Libertaria, en Radio ELA), compartí este texto que escribí sobre el anarquismo. Lo he rescatado de mi memoria, a cuento no sé de qué... me imagino que como un ejercicio de recapitulación vital, ahora que creo haber cerrado uno de esos capítulos que la vida te impone forzosamente.

ANARQUÍA. Me gustaría saber qué es lo que se te pasa por la cabeza cuando escuchas esta palabra.

Seguramente piensas que es la máxima expresión del caos, secundada por gente sucia, con la ropa rota, crestas de colores y collares de perro. Lo que no sabes, si crees esto, es que la anarquía es orden. Un orden sin ordenantes ni ordenadxs. Te resultará difícil concebir un mundo sin dirigentes, pues la costumbre muchas veces habla sin haberle preguntado antes. Pero, ¿te has parado a pensar alguna vez cómo te sentirías si nadie gobernase tu vida, si nadie decidiera por ti? La respuesta es: libre y rezumando vida, aunque al principio te asuste esta idea. Y es que nacemos libres, pero en el aprendizaje de la vida no se incluye la lección “uso de nuestra libertad innata”. A menudo, cuando queremos utilizarla, se nos castiga. Es por ello que preferimos adoptar un estilo de vida tipo, tal cual marcan los cánones impuestos por la publicidad, el cine y la televisión, encauzando nuestra vida en un río de sumisión en el que nacemos, consumimos, nos reproducimos, seguimos consumiendo y, finalmente, consumimos en honor a la funeraria. Si una persona anarquista se niega a seguir este patrón, ¿debe ser castigada por ello? ¿Se convierte en caos una vida ajena al “Sistema”? Señores, señoras, el orden reside en el interior de cada unx de nosotrxs, y no en un engranaje burocrático en el que se requiere nuestra participación cada cuatro años para depositar un papelito en una urna.

Pero, puede que no tengas esta concepción sobre la anarquía. A lo mejor te englobas entre las personas que piensan que es una utopía en la que sólo pueden confiar cuatro ingenuxs niñatxs con pajaritos en la cabeza. ¿Quién sinó va a tener semejante fe en el ser humano? Fe suficiente como para creer que en un mundo sin policía, ni jueces, ni cárceles, la vida iba a ser mejor. Desde luego, yo no he vivido en ese mundo... pero me gustaría hacerlo. ¿Quién no sueña? Están las que sueñan ser modelos y los que sueñan ser futbolistas. Los anarquistas sueñan con una sociedad libre, igualitaria, solidaria y justa, dando a cada una de estas palabras el significado que realmente merecen, y no el devaluado que con el tiempo han ido tomando. Eso que tú crees una utopía no es un imposible, sino una meta alcanzable por la que luchar con todas las fuerzas que nos queden.

Ignorando estas dos hipótesis, cabe la posibilidad de que para ti la palabra anarquía sea sinónimo de terrorismo. De entre todos los prejuicios, probablemente éste sea el peor. Es increíble el poder de la manipulación mediática, pues ha transformado una palabra en su opuesto. Por triste que parezca, es cierto que hay muchas personas que piensan que lxs anarquistas son terroristas que a lxs 10 años ya preparaban cócteles molotov. Anarquía implica revolución, y la revolución no incluye necesariamente la violencia, por mucho que a ventrílocuos y marionetas les guste opinar lo contrario. La ignorancia es una de las armas más mortíferas, capaz de masacrar cualquier atisbo de pensamiento subversivo; y, como cualquier arma, es necesario despojarlas de todas aquellas manos que las posean.

También están los que creen que el anarquismo ya no existe, sino que murió fusilado en la Guerra Civil. Este otro grupo piensa que en el mundo actual no hay cabida para tales ideas, y que, por supuesto, su desarrollo práctico es inviable. El conformismo se ha apoderado de gran parte de la sociedad, y hablar de lucha parece ser que produce una tremenda pereza, haciendo que la propuesta suene como algo superficial e innecesario. ¿Para qué voy a luchar, si tengo trabajo, hipoteca y tiempo para salir con mis coleguillas de marcha? Bueno, es cuestión de las perspectivas que tenga unx de lo que quiere que sea su vida. Si 40 horas semanales de explotación y enajenación te resultan una bendición, tu hipoteca a 40 años te parece un gran logro y tu tiempo libre te encanta disfrutarlo con TV, birra y play... ¡Allá tú! Cada uno le exige a la vida lo que cree que ésta le puede dar. Yo no me conformo con eso. La libertad no viene regalada, hay que buscarla y ganarla, luchar por ella. Pasa lo mismo con todos los ideales por los que tantas personas anarquistas siguen luchando. Hay quien cree que tras haber pasado la dictadura, ya nada puede ser malo. ¡Bendita transición!... Quizás encendiendo la luz, descubras el maquillaje en los rostros de aquellxs que ahora gobiernan tu vida. Sí, lo has adivinado: son lxs mismos a lxs que tú temías en tiempos de Franco. Las cosas no han cambiado. Aunque sus ladridos parezcan sonar en un frecuencia diferente, al final, todxs lxs perrxs muerden.

No, nada de lo que acabamos de exponer te convence, porque tú, lo que realmente piensas acerca de lxs anarquistas, es que son adolescentes con un modo peculiar de sufrir la edad del pavo, cambiando discotecas por okupas y fiestas por manis. No te lo voy a negar, con todo tipo de gente me he cruzado en mi camino... pero no son a estas personas a las que considero de las mías, puesto que sin ideales no puede nacer la rabia que nos empuja a luchar, sino más bien un juego divertido para entretenerse los findes. En el activista libertario, existe una fuerte concienciación, y ésta no se muere con la juventud, sino que se apaga cuando la vida de éste lo hace. Una vez, hace muchos años, me dijeron que al llegar a la edad que justamente tengo ahora, cambiaría de parecer. Me entusiasma saber que, no sólo no he cambiado de parecer, sino que me he reafirmado en mis ideas. Otro prejuicio que para mí no tiene razón de ser.

Caos, utopía, terrorismo, anacronismo o fruto de la pubertad. Puedes argumentarlo como prefieras. Puedes hacer de la ignorancia tu bandera. Puedes ahogarte en tu conformismo. Pero, si alguna mecha queda encendida en ti, puedes levantarte y aprovechar su calor. Puedes luchar por el mundo en el que realmente quieres vivir. Puedes reir y llorar, gritar tan alto como puedas, amar sin miedo y ejercer tu rabia. Puedes renacer sobre tus cenizas como el ave fénix y emprender el vuelo, gozando de la libertad que sólo tu nuevo despertar, tu rebelión, puede darte.